El Museo de Huesca recrea con extensa documentación unos episodios clave en el desarrollo de la guerra civil española.
Texto: MARIO SASOT. Fotos PABLO OTÍN (Diputación de Huesca)
De la misma manera que Alberti nunca pudo volver a Granada durante la guerra civil para rendir homenaje a su amigo asesinado allí, el también poeta Federico García Lorca, Enric Blair, conocido literariamente como George Orwell, también lamentó en su momento no haber podido tomar un café en Huesca, la ciudad, que como Zaragoza, Oviedo y otras ciudades españolas del interior abrazaron desde el principio del levantamiento militar la causa fascista y resistieron la ofensiva republicana hasta el final de la guerra.
Georges Orwell, socialista convencido, educado políticamente en el ala izquierda del partido laborista británico y concienciado desde primera línea de las desigualdades y desastres de la política colonial de su país, llegó a Barcelona para unirse a los milicianos en su lucha contra el fascismo el 26 de diciembre de 1936. En el cuartel Lenin se alistó en la columna del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Combatió en el frente de Aragón, concretamente en la sierra de Alcubierre, en el frente de Huesca, y durante un permiso conoció de primera mano los Hechos de Mayo de Barcelona en 1937. Tras sufrir una herida de gravedad en el cuello, abandonó España el 23 de junio de 1937, una vez ilegalizado el POUM y cuando sus dirigentes y sus militantes eran perseguidos y encarcelados. Homenaje a Cataluña (1938) constituye el relato literario, analítico y periodístico de su intervención en la Guerra Civil.
En ese mismo libro, el autor confiesa:
“Meses antes, tras la captura de Siétamo, el general que mandaba las tropas republicanas había dicho alegremente: ‘Mañana tomaremos café en Huesca’. Por lo visto se equivocó. Se habían producido sangrientos combates, pero la ciudad no había caído y todo el ejército utilizaba ya «mañana tomaremos café en Huesca» como una coletilla humorística. Si alguna vez vuelvo a España, prometo firmemente tomarme un café en Huesca”.
Orwell nunca volvió a España ni llegó a tomarse un café en Huesca. Por ello, en reparación y desagravio, las principales instituciones oscenses: el Ayuntamiento y la Diputación, en colaboración con el Gobierno de Aragón, ofrecen, desde el 17 de febrero hasta el el 25 de junio, fechas precisamente entre las que Orwell estuvo en el frente de Huesca en 1937, la exposición “Orwell toma café en Huesca”.
Comisionada por el escritor, periodista e historiador oscense Víctor Pardo Lancina, la muestra consta de más de 600 piezas, entre documentos, carteles de propaganda, fotografías, textos manuscritos, libros, revistas, objetos particulares, que pretenden hacer un recorrido, vivo, serio y prolijamente documentado del paso de Orwell por la España en guerra.
Según dijo el comisario de la muestra el día de su inauguración, “hemos concebido la exposición como un viaje que sigue los pasos de Orwell desde que se afilió al POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) en la Barcelona revolucionaria de diciembre de 1936 hasta su precipitada huída de España con su esposa Eileen a través del paso de Port-Bou, en 1937 cuando los comunistas declararon ilegal el POUM”.
“La revolución social en marcha que pudo observar en Barcelona- explica Pardo- le llevó a titular su libro sobre la Guerra Civil española ‘Homenaje a Cataluña’, aunque la mayor parte del tiempo la pasó en las trincheras de la sierra de Alcubierre.”
Orwell recuerda en ‘Homenaje’ su vida en las trincheras oscenses como unos momentos duros y difíciles, entre “piojos, ratas y suciedad…olor a orina y pan rancio”, y rodeado de combatientes harapientos y mal armados.
La experiencia española – sobre todo la barcelonesa- hace de Orwell un feroz antiestalinista que denunciará los totalitarismos en “Rebelión en la Granja” (1945) y en su obra maestra, “1984” (1948). Como periodista, desde una posición siempre independiente, colaboró con los medios británicos más influyentes ejerciendo el editorialismo, la crítica literaria, la corresponsalía de guerra durante el conflicto mundial y la opinión, no ajena a la polémica, en unos momentos en que la III Internacional comunista tenía entre muchos intelectuales europeos una opinión ampliamente favorable. Trabajó en la BBC como guionista y locutor de emisiones para la India. Orwell murió víctima de la tuberculosis el 21 de enero de 1950, dejando un legado de enorme valor literario, un insobornable compromiso con la verdad y una reivindicación permanente del ejercicio de la libertad. Una escritura esencial para entender el siglo XX.
Su único hijo (adoptado), Richard Blair, un setentón británico afable, sarcástico y educado, asistió a los actos de inauguración de la muestra, comentó a La Vanguardia que su padre hoy sería claramente partidario de celebrar un referéndum sobre la independencia en Cataluña, como él mismo lo era de celebrar un nuevo referéndum en Escocia, país en el que reside.
“Mi padre repetía como un mantra que tienes que escuchar siempre la opinión de los otros aunque ésta no te guste. En caso contrario, no hay verdadera democracia”