“Leonard Cohen era para sus músicos un padre justo y generoso”.

Entrevista a Javier Mas, guitarrista aragonés que acompañó al bardo canadiense en sus dos últimas giras mundiales

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MARIO SASOT

Este es el extracto de una entrevista realizada a Javier Mas (Zaragoza, 1952), publicada este mes en el último número de la revista “Historia. Siglos XIX-XX” donde, entre otros temas se abordan  sus viajes y trabajos musicales en Norteamérica, incluidos  los dos tours mundiales en los que acompañó a Leonard Cohen entre 2009 y 2015.

Pregunta. ¿Cómo empezó tu relación con Cohen?

Respuesta.  Hacía ya años que viajaba puntualmente a Estados Unidos  a tocar con grupos españoles y allí entré en contacto con varios músicos americanos.

En los casos de Jackson Brown y de Leonard Cohen, la chispa que originó el contacto fueron unos  conciertos homenaje  que se les organizó  en España y en los que participé como músico.  El de Jackson Brown fue en Barcelona en 2004  y desde entonces mantenemos una relación  personal y profesional muy fluida. El homenaje a Leonard Cohen fue una gira posterior por varias ciudades de España en 2007, en las que participaban  el hijo de Leonard y alguna de las cantantes de su coro. Ellos le hablaron de mí a su vuelta a Canadá y después de entrevistarme con él me incorporó a su grupo de músicos.

Pregunta. Profesionalmente, participar en la gira de una estrella mundial y tocar en los más famosos teatros y escenarios musicales del planeta ha debido ser una experiencia irrepetible. ¿Qué diferencias ha notado entre el show business y las condiciones de trabajo de los músicos de aquí y de allá?

Respuesta.Efectivamente fue una gran experiencia. Era como fichar por un equipo de la NBA. Un equipo muy preparado en el que todas las piezas son valiosas pero, en un momento dado, sustituibles. Como éramos un grupo numeroso (53 personas en las giras de Leonard Cohen) y la convivencia durante tantos meses no siempre es fácil, se hacen imprescindibles unas normas que hay que cumplir a rajatabla. En los ensayos, Leonard, el Jefe, era el primero en estar a pie de escenario a la hora indicada. Los músicos y técnicos teníamos nuestro papel asignado y nadie se plantea salirse de él. Son la gente con menos ego que he visto en mi vida. Había un pianista,  Neil Larsen, leyenda del órgano Hamond  de hacía décadas, que estaba allí solo para dar la afinación al resto de los músicos. Y jamás lo vi quejarse por ello.  Al contrario.

Pregunta. ¿Y cómo era Leonard como “jefe” de ese grupo humano tan heterogéneo?

Respuesta. Con nosotros ejercía el papel de padre. Un padre autoritario, si era preciso, pero comprensivo y generoso siempre. Solía crear a su alrededor un ambiente de calma,  discreción y respeto. Recuerdo que en la primera de las giras había un técnico de un carácter difícil, que en ocasiones creaba conflictos con otras personas del grupo. Hasta que un día llegó a oídos de Cohen que había tratado de forma humillante, casi violenta, a una de las cantantes del coro. Inmediatamente, tras una breve y calmada entrevista  con el interesado, le rescindió el contrato y este tuvo irse.

Pregunta.Personalmente ¿qué te ha aportado toda esa experiencia?

Respuesta. Para mí, fue una satisfacción personal íntima poder utilizar la bandurria en todos aquellos escenarios. A veces, cuando llegaba a un teatro, comprobaba su sonoridad abriendo el estuche y dando un rasgueo de bandurria. Era como poner una pequeña pica en Flandes.

Pregunta. Además, ese instrumento fue en cierto modo tu “pasaporte” para obtener tu visado de trabajo en Estados Unidos.

Respuesta. No puedes imaginarte el poder que tiene en ese país el Sindicato de Músicos. Con la cantidad y calidad de guitarristas (de jazz., de blues, de country…) que hay allá, era muy difícil que dieran el visto bueno a uno español para acompañar a Leonard Cohen. Pero bandurristas no había ninguno en el sindicato, je, je. Además, el visado me ha permitido colaborar con otros grupos musicales  en el país.

Pregunta. ¿Había tiempo en la gira para tu vida personal, conocer las ciudades…?

Respuesta. Viajábamos cada dos días y el día que no había concierto teníamos toda la tarde noche para salir, pasear junto a un mar o un río, conocer la cultura del país… A veces la soledad se hace algo dura, pero conoces a gente interesante, algunos músicos del grupo contando historias de su país o hablando de viejos instrumentos…

Pregunta. Cuando le dieron a Cohen el premio Príncipe de Asturias, tú fuiste su cicerone inseparable en su visita por allí, no?

Respuesta. Sí, y dimos un concierto en “petit comité”, creo que fue en Gijón, con temas de Lorca, entrañable, inolvidable.

ENTREVISTA COMPLETA

(A petición de algunos lectores incluyo a continuación la entrevista íntegra  que aparece en el último número de la revista “Historia S. XIX y XX” que dirige el profesor e historiador Herminio Lafoz.

 

Ponerse el mundo por bandurria

 (Entrevista a Javier Mas)

Javier Mas Arrondo (Zaragoza, 1952) es un músico que se inició con instrumentos de los llamados antiguamente “de pulso y púa”. Con ellos ha dado más de media docena de veces la vuelta al mundo acompañando a cantantes y músicos de la talla de Jackson Brown, Leonard Cohen, Julia León, Labordeta o María del Mar Bonet. Tras más de cuatro décadas  recorriendo escenarios, desde los más humildes a los más emblemáticos del planeta, sigue, como nos dice en esta entrevista,  “aprendiendo siempre de los mejores”.

Este Ulises aparentemente cansado, al que la perilla  y las arrugas del rostro no logran borrar  el brillo en los ojos  de una ilusión cargada de proyectos, recala últimamente con frecuencia en su casa natal zaragozana. Ahí, al calor familiar del contacto con su madre, una espectacular joven de 94 años, y de sus seis hermanos, este proletario de  la música popular  y negra de entre los siglos XX y XXI carga las pilas para mantener intactas las dos grandes   pasiones de su vida: la música y el mar. A estas habría que unir últimamente la trayectoria artística de su hijo: el guitarrista Mario Mas, al que acompaña en algunos conciertos, y sus dos nietos.

 

 

Pregunta. ¿Cuándo empezó ese idilio tuyo con la música?

Respuesta. Prácticamente desde la cuna. Mi padre era un melómano y en nuestra casa mis hermanos y yo oíamos música continuamente: clásica, jazz, música moderna… Con siete años ya tocaba la armónica y a los mueve tomaba clases de bandurria con el profesor Francisco Peirona. Bajo su batuta, a esa edad toqué como primer bandurria en el Teatro Principal en un concierto de rondallas. Quienes estudiamos con él tuvimos el mejor profesor de afinación y trémolo que pudimos tener en aquellos tiempos. Nos transmitió una técnica, una impronta, que a sus alumnos se nos ha quedado para siempre. Unos años más tarde quise ser baterista, porque era el instrumento que más llamaba la atención en una orquesta.

Pero la pasión, el veneno me vino de casa. Lo mío con la música fue un acercamiento pasional. Lo mismo que el mar, por mis contactos estivales con el Mediterráneo desde los cuatro años en  nuestra casa familiar de  Comarruga… Ambos  mundos han conducido mi vida.

  1. ¿En qué ambientes musicales te movías en la Zaragoza de los años 60 y principios de los 70?
  2. Por un lado me relacionaba con un grupo de amigos que venían de Teruel, que habían estudiado en el Instituto de allí con Labordeta y habían hecho sus pinitos musicales con él: Joaquín Carbonell, Eduardo Paz de La Bullonera, etc.   Por otro lado había otro submundo en la ciudad que me tenía cautivado y era el de la música que se emitía desde la Base Americana de Garrapinillos. Era música country y música negra (soul, jazz, blues…). Afortunadamente he podido cultivar indistintamente estos   tipos de música a lo largo de toda mi trayectoria. En aquella época teníamos un  grupo de música Folk, “Free Fields” que lo formábamos Rafael Ranera, su mujer y yo, en el que interpretábamos  canciones de Peter Paul and Mary, Bob Dylan, de este estilo. También teníamos un programa de música en Radio Popular (de la cadena COPE) que estaba en un edificio del Obispado en la Plaza del Pilar, donde poníamos discos de Judy Collins, Leonard Cohen o Bob Dylan.
  3. P. ¿Tu formación ha sido desde entonces, siempre autodidacta?

Yo salí de Zaragoza sin saber prácticamente solfeo. Tocaba en cifrado como se escribían antiguamente las partituras. Pero tuve la suerte a lo largo de mi carrera de conocer a grandes músicos y compositores, compañeros maestros como Jorge Sarraute o Feliu Gasull con los que estudié solfeo y pautas de escritura musical. Con algunos de ellos, en medio de una gira, entre concierto y concierto, intercambiaba  conocimientos. Yo les enseñaba técnicas de tocar instrumentos y ellos me daban clase de solfeo. También pude tocar con grandes baterías o con percusionistas hindús, que me han abierto los ojos y la mente a un gran abanico de ritmos…  He tenido siempre la suerte de poder aprender de los mejores.

  1. Pero volvamos a los inicios. Hubo un momento que decidiste dejar tu ciudad para crecer y desarrollarte como músico.
  2. A los 20 años me fui a Londres con un amigo y allí estuvimos tocando en pubs durante más de un año. Yo tocaba la guitarra de 12 cuerdas, que era lo más parecido que encontré a la bandurria que perdí. En aquellas correrías británicas conocí a Neil Geoffrey,  un músico y cantante de blues que luego se vino a Zaragoza a tocar conmigo mientras estaba en el servicio militar y con el que he formado varios grupos rhythm & blues durante muchos años.  En Londres también aproveché para ver conciertos en directo de grupos como Pink Floyd o King Crimson. Fue una época trepidante y maravillosa.
  3. Y tras la mili, en 1972, te vas a Barcelona, donde todavía resides.
  4. Me fui allí porque era la ciudad puntera de la nueva música en España: el rock layetano, Celeste… aparte de que había mar, je, je.  Comencé tocando con José María París, del que aprendí mucho de música y del mundillo de los conciertos. Y muy pronto empecé a tocar con una cantante y compositora inteligente y cultísima, que me  marcó  por su compromiso político y su feminismo,  y con la que  llegué a conocer la gran variedad y riqueza del folklore musical español, hasta entonces desconocido para mí. Se trata de Julia León. Con ella tocamos en grandes escenarios por toda España, al lado de otros músicos como Paco Ibáñez,  Lole y Manuel o los mismísimos Raimundo Amador y Kiko Veneno, con los que inicié una gran amistad y colaboración.

 

  1. ¿Qué aprendiste de esos años de gira con Julia por la península?
  2. En esa época descubrí que los medios de comunicación, en España, ocultaban la música popular española, que no se oye nunca en las radios y las televisiones de este país, pese a ser la de las más ricas de Europa. Todo lo contrario de lo que ocurre en el resto del mundo, donde puedes reconocer si estás en Estados Unidos o en Italia o en Francia por la música autóctona que oyes en sus radios y televisiones.
  3. También has estado tocando muchos años con María del Mar Bonet. ¿Qué ha representado para ti esa larga etapa?
  4. María del Mar Bonet ha sido una de las grandes cantantes y músicas de España. Para mí la más importante. Con ella he estado 17 años acompañándola en los conciertos, haciéndole arreglos, participando en la grabación de sus discos…  Fue una larga época muy vital y muy creativa, en la que nació mi hijo. Además de con María del Mar, tocaba con otros músicos y cantautores como Ovidi Montllor,  Carlos Cano o Manolo Garcia entre otros. También dábamos conciertos de jazz y blues con el grupo “Big Chief “…
  5. También te permitió reencontrarte con los grupos aragoneses y con Labordeta.
  6. Sí, en los primeros años 70, los grupos folk aragoneses como La Bullonera, Boira, o los cantautores como Carbonell, Tomás Bosque y  sobre todo Labordeta,  venían mucho a actuar a Cataluña. Y cuando surgió la posibilidad,  fui a grabar con La Bullonera, Labordeta y Joaquin Carbonell. Con José Antonio  hice varios conciertos por Aragón,  Cataluña  y el extranjero (Francia, Alemania…).  Su relación con él fue entrañable. Me trataba muy bien, me quería mucho.
  7. Entrados en ya en el siglo XXI, tus viajes a Norteamérica y tus trabajos con músicos de allá se incrementan hasta culminar con los tours mundiales acompañando a Leonard Cohen entre 2009 y 2013. ¿Cómo empezó todo?
  8. Hacía ya años que viajaba puntualmente a Estados Unidos a tocar con grupos españoles y allí entré en contacto con varios músicos americanos.

En los casos de Jackson Brown y de Leonard Cohen, la chispa que originó el contacto fueron unos  conciertos homenaje  que se les organizó  en España y en los que participé como músico.  El de Jackson Brown fue en Barcelona en 2004  y desde entonces mantenemos una relación  personal y profesional muy fluida. El homenaje a Leonard Cohen fue una gira por varias ciudades de España en 2007, en las que participaban  el hijo de Leonard y alguna de las cantantes de su coro. Ellos le hablaron de mí a su vuelta a Canadá y después de entrevistarme con él me incorporó a su grupo de músicos.

  1. Profesionalmente, participar en la gira de una estrella mundial y tocar en los más famosos teatros y escenarios musicales del planeta ha debido ser una experiencia irrepetible. ¿Qué diferencias ha notado entre el show business y las condiciones de trabajo de los músicos de aquí y de allá?
  2. Efectivamente es una gran experiencia. Es como fichar por un equipo de la NBA. Un equipo muy preparado en el que todas las piezas son valiosas pero, en un momento dado, sustituibles. Como éramos un grupo numeroso (53 personas en las giras de Leonard Cohen) y la convivencia durante tantos meses no siempre es fácil, se hacen imprescindibles unas normas que hay que cumplir a rajatabla. En los ensayos, Leonard, el Jefe, era el primero en estar a pie de escenario a la hora indicada. Los músicos y técnicos teníamos nuestro papel asignado y nadie se plantea salirse de él. Son la gente con menos ego que he visto en mi vida. Había un pianista,  Neil Larsen, leyenda del órgano Hamond que daba siempre la afinación al resto de los músicos y jamás lo vi quejarse por ello.  Al contrario.
  3. Y personalmente ¿qué te ha aportado toda esa experiencia?
  4. Para mí fue una satisfacción personal íntima poder utilizar la bandurria en todos aquellos escenarios. A veces, cuando llegaba a un teatro, comprobaba su sonoridad abriendo el estuche y dando un rasgueo de bandurria. Era como poner una pequeña pica en Flandes.
  5. Además, ese instrumento fue en cierto modo tu “pasaporte” para obtener tu visado de trabajo en Estados Unidos.
  6. No puedes imaginarte el poder que tiene en ese país el Sindicato de Músicos. Con la cantidad y calidad de guitarristas (de jazz., de blues, de country…) que hay allá, era muy difícil que dieran el visto bueno a uno español para acompañar a Leonard Cohen. Pero bandurristas no había ninguno en el sindicato, je, je. Además, el visado me ha permitido colaborar con otros grupos musicales  en el país.
  7. ¿Había tiempo en la gira para tu vida personal, conocer las ciudades…?
  8. Viajábamos cada dos días y el día que no había concierto teníamos toda la tarde noche para salir, pasear junto a un mar o un río, conocer la cultura del país… A veces la soledad se hace algo dura, pero conoces a gente interesante, algunos músicos del grupo contando historias de su país o hablando de viejos instrumentos…
  9. Volviendo aquí y ahora, ¿ha cambiado mucho la situación socio laboral del músico desde tus primeros tiempos como profesional a la actualidad?
  10. La situación ha cambiado mucho. Los discos que, antes eran una parte importante en la financiación de la música, ahora han desaparecido como fuente de ingresos. Ahora el dinero solo sale de los conciertos en vivo. En España hay muy pocos músicos que trabajen con un contrato fijo o estable. Mi hijo es uno de ellos en estos momentos, pero no es lo normal. Y eso no dura siempre. Yo, a lo largo de mi carrera, sólo recuerdo haber tenido contratos estables en dos ocasiones: en las giras con Leonard Cohen y con el grupo de blues Big Chief.
  11. Pese a ello están surgiendo jóvenes y grandísimos músicos en todos los géneros, y muchos de ellos hijos de músicos famosos: tu hijo Mario Mas, Raúl Rodríguez (hijo de Martirio), Estrella Morente, los vástagos de Ketama, de  Moraito de Jerez, de Jordi Savall…  ¿Cómo explicas este fenómeno?
  12. Son chicos que empiezan en esto mucho más preparados que nosotros. Han estudiado mucho, con muy buenos profesores; han oído toda la música que hemos hecho y oído nosotros… Y por supuesto tienen un talento innegable. Pero no todo ha sido fácil para ellos. Para empezar, han tenido que resolver el difícil tema de las comparaciones con sus progenitores. Han tenido que romper con la sombra del padre. Por eso yo, con mi hijo, mantuve  en un principio  una distancia prudencial con todo lo que era su vida artística. No quería ser una presencia agobiante y empalagosa. Ahora que su trayectoria está suficientemente consolidada, es una gozada poder tocar con él y disfrutar juntos de esa complicidad.
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Javier Mas (derecha) con el autor de la entrevista.

Foto: Alicia Mas

 

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