Pau Gargallo y la corporeidad del vacío

Mario Sasot

Mas Arrondo, Carlos; Pablo Gargallo. La luz habitada. Prensas de la Universidad de Zaragoza. 2021 Reseña

Aunque parezca mentira no existía hasta ahora, en el mundo bibliográfico del arte, una biografía integral del escultor maellano Pau Gargallo Catalán (Maella, 1881- Reus, 1934).

Por fin llegó esta obra, que yo me atrevería a calificar de definitiva, del profesor de Historia del Arte Carlos Mas, donde aborda los aspectos más poliédricos, íntimos humanos y humanísticos de la vida y la obra de Gargallo, alguien que se vio acorralado en un mundo a caballo entre dos guerras mundiales, que salió de una tierra recia, agreste y de profundas tradiciones como Maella, para vivir en una Barcelona dual, imbuida de noucentisme, renaixença y revoluciones proletarias y que acabó, con la llegada del dictador Primo de Rivera al poder, residiendo en el París de las vanguardias de todos los ismos.

El profesor Mas no cae en el recurso fácil de proyectarnos un Gargallo como producto mecanicista de este variopinto contexto socio histórico. Por el contrario, ahonda en las fuentes vitales de un personaje contradictorio, que ha ido forjando su carácter paralelamente a su dominio del arte del metal frente y pese a ese mismo contexto. Y todo ello lo hizo con las armas de su tesón, de unas fuertes convicciones morales y de su acendrado humanismo.

El libro está dividido en seis capítulos. En el primero nos describe sus distintos escenarios biográficos junto a la evolución de su personalidad y la de su producción artística. En el segundo desmenuza las claves formales de la obra del escultor: formatos, temas; materiales… En el tercero busca las influencias en la concepción estética de Gargallo a través de las obsesiones y las filosofías vitales de algunos de sus amigos, fundamentalmente de su etapa parisina como Max Jacob, Reverdy o el músico mequinenzano Soler Casabón. El capítulo cuarto está dedicado a deconstruir los aspectos formales, significativos filosóficos e históricos de su pieza más reconocida, el Gran profeta; su culmen como artista debido a su temprano fallecimiento, ocurrido muy poco después de su realización. Los dos últimos capítulos pasan a relatar su súbita muerte en Barcelona cuando comenzaba a disfrutar de un merecido prestigio internacional y algunas de las críticas recibidas de las exposiciones realizadas en su homenaje posterior y, finalmente, otro dedicado a analizar la “radicalidad esencial” de la obra de Gargallo contextualizando la investigación formal del artista maellano en relación con sus vanguardias coetáneas: el cubismo, el futurismo, el expresionismo, el art nouveau .y otras más conservadoras como el noucentisme catalán, pero tratadas con una pátina de innovación y modernidad.

A través de este viaje pluridimensional  va surgiendo la figura de un Gargallo agobiado permanentemente por penurias económicas que intenta hacerse un hueco en la implementación artística de una Barcelona a la que una burguesía emergente quiere dotarla de muestras de grandeur. Y a ella contribuirá con sus bajorrelieves y esculturas clasicistas de bulto redondo que embellecerán la obra pública y algunos caserones burgueses de la Barcelona de principios del siglo XX. Pau Gargallo va a sentirse cómodo con los ideales y valores del catalanismo conservador de la época, aunque su sentido ético le llevará por otra parte a mantener unas posiciones políticas claramente aliadófilas ante la Gran Guerra de 1914. Esta dualidad, tanto en su tarea creativa como en su actitud vital, entre tradición y vanguardia, lo convertirá, en opinión de Mas, en un artista particularmente inclasificable “lo que en algunos momentos le ha podido perjudicar en su trayectoria y a ojos de la crítica”.

 En cuanto al objeto de su trabajo, la materia artística, Gargallo opta decididamente por el cuerpo humano, unos cuerpos que “ni sudan ni trabajan. Se exponen claros al día, al sol, a la luz mediterránea. Si llevan pesados cántaros sobre sus cabezas, lo hacen a modo de trofeos (Las aguadoras, 1925); si están junto a la mies recién segada, es para echarse la siesta como en La segadora o El durmiente, de 1924 “ en palabras de Carlos Mas, que ve en ello signos del humanismo gargalliano, con ese culto al cuerpo humano, “donde no hay dolor ni angustia y sí fuerza y energía” alejado de planteamientos estéticos militantes propios del movimiento obrero de la época.

En cuanto a la irrupción de la potente figura del Profeta, muestra de lo acertado de la apuesta final de su autor por el dúctil metal y la moderada abstracción, Mas la inscribe  dentro de la búsqueda obsesiva de Gargallo por la luz a través de los ángulos cóncavos y convexos que la potencian o ensombrecen y de los huecos producidos por el vaciado del volumen que, paradójicamente, aumenta su sensación de corporeidad.

Para este crítico de la obra cumbre de Gargallo, el vacío (los vacíos) del Profeta son un símbolo de libertad, tanto ontológica como instrumental (la levedad de sus materiales). Una libertad que deja en el aire una diáfana espiritualidad, un afán de transcendencia, conceptos que la estudiosa E. Lucie Smith emparenta más con los dioses paganos (Zeus, Neptuno) que con los de la neo tradición cristiana.

Para entender  las claves de toda esta filosofía iconográfica: ese inquietante mensaje-grito apelativo del Profeta,  Carlos Mas bucea entre las lecturas de cabecera del autor y allí encuentra posos de Dostoievski y Nietzsche,  en el sentido pesimista de la existencia de uno y en los destellos proféticos del otro. También vincula este profesor de Arte la magna obra  gargalliana a pensamientos orientales como el budismo y el taoísmo, filosofías en las que el vacío no son la ausencia de nada sino “el elemento vertebrador y estructurador de la otra parte, más corpórea, del individuo.”

Y llegamos al fatídico año 1934, el de la definitiva consagración internacional del maestro de Maella, con exposiciones a ambos lados del Atlántico y a su vez el de su temprana e insospechada muerte por una fulminante pulmonía, a los pocos días de habérsele abierto una exposición homenaje en Barcelona y en vísperas de inaugurar otra en Reus a la que ya no pudo asistir. Mas recoge en este apartado algunas de las reseñas críticas aparecidas en La Vanguardia y algunas revistas sobre estas muestras a los pocos días de su muerte y su lectura da la certera sensación de que para la intelectualidad catalana de entonces tenían más valor artístico las obras clasicistas de Gargallo que las de su “época del metal” que eran consideradas por algunos de ellos como un mero “divertimento, fruto de la frivolidad o un mero ornamento”. Todo ello lleva a afirmar a nuestro crítico biográfico que si esta última etapa de Gargallo no hubieses existido, el autor maellano tendría hoy obra permanente en el Museo de Arte Contemporáneo de Cataluña. 

En los dos últimos capítulos, más teóricos, el autor matiza conceptos que él mismo atribuye al artista como el de la ‘radicalidad’ diciendo que “pese a sus rupturas formales, Gargallo siguió siempre apegado a la naturaleza humana.”

Este impulso renovador le llegó a intentar imitar, mediante series de planchas  consecutivas, las técnicas del cinematógrafo, nacido por aquel entonces. 

Asimismo, Mas afirma que dicha radicalidad “pese a su carácter innovador, no llegó a traspasar los límites de la fealdad” y califica algunas de sus obras de “humanismo expresionista”. Volviendo al carácter inclasificable del creador de Maella, nuestro crítico concluye que el arte que hacía Gargallo era “poesía en el aire”.

Cabe destacar de esta excelente edición de Prensas de la Universidad de Zaragoza la cantidad y calidad de las imágenes de las profusas obras comentadas, la mayor parte de ellas procedentes de la colección del Museo Pablo Gargallo del Ayuntamiento  Zaragoza, una joya de la museística internacional cuya visita  recomendamos, tanto el autor del libro en sus páginas como el autor de esta crónica en las suyas.  

Exposición de Ramón y Katia Acín en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza

 

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Morillos. Ramón Acín-

FOTOS: Elena Cebrián

De improviso, casi de puntillas y sin avisar, se presentó en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, nada menos que en un seis de agosto, una exposición singular, tanto por su enfoque didáctico, crítico y valiente, como por la figura poliédrica, controvertida y capital en la cultura aragonesa del siglo XX como fue Ramón Acín, el artista oscense fusilado en los inicios de la Guerra Civil en la tapia del cementerio de su ciudad natal,  cuya obra  vertebra  la muestra.

Bajo el título, nada neutro, de “El Arte contra la violencia”, su comisario, el profesor Carlos Mas Arrondo, ha tratado de describir (y lo consigue) la trayectoria artística de una personalidad como Acín que, según Más “partiendo de unas convicciones éticas profundas, consigue transformarlas  en materia estética”.  Asimismo, de Katia Acín, la hija mayor del artista, que vio salir  detenidos a sus padres de casa un 6 de agosto de 1936 y ya no volvió a verlos vivos nunca más, nos muestra el trágico dolor de una víctima total  convertido en un arte desgarrado, pesimista y oscuro más de seis décadas después de ocurrida la tragedia familiar.

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Filología sin hilos (o con los cables cruzaus, apostillo en lapollense)

Lo meu amic Carlos Mas (o menos) m’envia aquest dil·letant escrit del seu no menys amic, Emilio Casanova, inspirat en  les inspirades decissions de les Corts aragoneses envers les llengües del lloc (que no del Belloch).

Que tos aprofite, que diem los lapaoencs!

LA PAU I LAPAO 2

LA  FILOLOGÍA SIN HILOS

A Doña Luisa Fernanda Rudi, a don Ángel Biel y sus acólitos de la  famosa cueva de la que mal salieron por no hablar, por ejemplo, lapao. O  chistavín, versión menor del lapapyp (¡qué bien suena!), que lo mismo les importa  y que de lo mismo saben.

Ampósdata,  siquiera del Ebro:

Como  la filología se ha ido a tomar por el saco, me permito este calibre. Ya da igual  la palabra, la coma o el adjetivo. Quien entienda, entienda. Y si no, que lea El  Capital, que, de verdad, es mucho más gracioso que nuestra presidenta y más  definitorio de nuestro señor Biel.

Ya sé que tampoco era tan difícil

Lo que viene no es Paul Valéry, maricón francés, marinón de  cementerios. Ni John Donne, protestate de mierda. Ni Octavio Paz que descanse.  No siquiera Ubú rey y su personaje Alfred Jarry como saben los ministros, aunque  tan manifiestamente paralelo. Para eso.

Si  no les ponemos plumas de colores y nos escojonamos a bocajarro es que,  realmente, Miguel Hernández, se equivocó del todo. Yo creo que mucho, por amor,  pero me niego a pensar que fuera del todo.

NEWLENGUA

Es qui guardas?

Política  escondielitis

Non propio lo escondulio

Non  propio dicho lo eso. Eh?

Lenguaracis no cogniolitis, ah!

Aragonia  grandis pro supio ergo sapio

Os sobervios aragonetis!! Merda, fuck, o merda,  mierda

Falando  in trémula lingua, cognosco… los

Yes, in spagniolo, callando

Sí,  comprís ma belle amí

Non cognoscen vos originités?

Sabiosle:  di granada anima e franco revés, falando en lapao sublime!

Qui discursen dotra forma… Supuro sois  aragüiniés

Non  catalana, ispiro!!!

Clarisco, non mariconis! Aspro gordis  lunetteris

Non  aragonésica, pruscribo!!!

Ah!  Ya volgo, ya  volgo

Faremos neolinguaje dispersiu com garantide dedo no  luna!.

Pra  os tontos, qu’así distrae

Great anuncias idea, guay! Ay, perdón, non fumo  niente

Tuta  masa encontrecida ga dentro dun orinal…

Sepo,  sepo!!… estornina aigua pra fora. Air qui me dés!!! ¡m’aparru!  Mabrumás! Ay! Ay!

Do  que es lo tema principal. Zás!! Lo cambiazo!! Lo cristo por il pecorino, Zás!.  In moto, sempre Zás!. L’hostia por la boletada. Al cañiz!!! Magia potagia,  Zás!!

Ya volgo, ya volgo, quina ventilació  mental!

Ay!!  Quimposible is parlá tos tantos diotas. ¡E que votan nos!, pa our gloria nostra  SANTA, amen

¿També aylos  in tuo  grupamento?

A  mares, a mares, com’as lapas, a mares. Porcopriscio, fago yo de mí cristiana  excepció. Tonto tonto, mierda merda, Xota gana, manque pierda,  forever

Ahí  yes que las trincaó, Ya volgo

E  reviendré. Soc turolés, ma non tropo. Guanyo sempre, come endesaman e sus  sobrinos nietos e más allegada famiglia.

Cuán  d’envidia, mon amicus meu…

Ay  soberana!! L’envidia sempre supura si euros no habitem here ja!

Ya volgo, ya volgo

Folguemos  per habitar’lo, que praesto os años dan

Folguemos, folguemos sí, que questa primavera always non poc  durar 

Que  bene fala mi dueña. Falo más, falo con ella

Ay! My god gad o como en cristinao se diga. Falame lapao, mostrame  lapipyp. Teño ansiedade pro ti!

Te  ricordo lo de os euros, que yo falo in concertino e mios músicos tamén  comen

Ya volgo, ya volgo y dí. Do eres tan  elegante?

Egipcio soy por sinciencia.. Non mirar nunca de frente et andar  sempre de lado. De los euros que manejo, e me quiten lo bailado. Trastabillo eu  mi instrumento cuanto de no dire se lo trata.

(Es galán bien adecuado). A misa voy doña Luisa, las macetas en su  sitio. Espejito, dime tú quién fala o mejor bocado?

El de Teruel duerme  doble, fala armenio y argentino, francés, alemán, inglés, somormujo o asturiano.  Aragonés eu no sé, tu falas lo genovés, que sos tuyo, non  robado.

Hay que ver!, quina  elocuencia!!

No,  euros, en castellano

Ya volgo

Y lo  que volguerás my keen Louise. Pero el euro, en castellano parlantis. Mas existe  poesía y también os paraísos. Vau del aire…, qué hermosa la poesía, qué bunico  romanticismo transnoito ja

Jo soy keen y tú eres romo…Ay, ja volgo, ja volgo,  anem!!!

Vd  primera madame, que never faré la sombra, amen

Hay que ver qué persuasión, si Dios, si ángel o  diablo, hay que ver qué maraviglia

Así  qes my reina mía. Si no sombra, vive dios, para usted una sombrilla… Vd  primera madame

Pues ahí voy

Deu  que se lo guarde a Vd

Y vosé que lo  disfrute

Disfruto de maravilla. Yo solo vulgo esta silla

¿Y qué piensa Vd que hago  yo?

Qué  inhóspita situación,

qué  dardo más acerado

Le  mando a ésta un recado

Y  recibo un chaparrón

Pues en  algo quedará

Que pra  mí rima un florete

Vd  sale, usted se mete,

Pero  yo, en mi sillón

Ay, mamoncillo, qué gracia  tienes!!! Dice dña Luisa con mala cara

APLAUSOS  y unos pitos  que son aplacados sui generis por los servicios de seguridad. Luisa Fernanda,  molesta, intenta taconear y tropieza escupiendo sin querer al suelo.

Biel  dirige con la mirada a un ayudante que recoge el esputo y lo guarda en un sobre  con donosura y cuidado. Nada cambia, todo permanece. Parménides guiña un ojo en  una esquina. No ve Biel al presocrático, atareado como está en el esputo y su  ADN. La filosofía para los maricones. Zenón no sabe si reir o llorar. Las  lenguas son azarosas y más en el seso de los estultos, inaccesibles en el de los  interesados. Valéry cierra su cuaderno y tampoco sabe en qué idioma se habla.

Nos  levantamos sin nada más que el vacío. Nos lo están robando todo.

Afuera  el mar, como siempre, sigue su camino. Hay luna llena y las olas regalan  brillantes sardinas. Algo nos queda. Valéry muestra su marina caligrafía. Huele  a mar y respiramos hondo. Miramos el horizonte negro azul, volvemos a respirar  más hondo y decimos suavemente: Que les follen.

La  línea del horizonte marino de nuestro mediterráneo. Esa línea que no es recta  sino curva y que nos hace grandes pequeños. El Sol atrás, siempre esperando. Y  el sonido, sinfonía.

Que  les follen, pensamos.

Qué  bien huele el mar y qué cercanamente lejos está nuestro horizonte!

Seamos  migueles hernández y queden los bueyes sentados en sus sillones.

Qué  bien huele el mar y qué cercanamente lejos está nuestro horizonte!

Apretamos nuestra mano a la de nuestro ser querido. Que les  follen

¿Para  qué habrán nacido?

Qué  bien huele el mar y qué cercanamente lejos está nuestro  horizonte!