FOTO: JULIO GARCÍA
El pasado 3 de noviembre se inició en la sala de la biblioteca de nuestro Instituto el nuevo ciclo de “Andalán en abierto”, un conjunto de actividades socioculturales abiertas al público que organiza la Asociación de Amigos deL IES “Andalán”, de Zaragoza.
Y se abrió con una invitada de lujo: la periodista e investigadora cultural Mercedes Penacho, alumna del centro de los primeros años, que nos habló, en una interesantísima charla, del “Arte aragonés emigrado en el lujo del coleccionismo americano. Del expolio de arte y magnates”, título homónimo de un libro publicado por esta autora y Luis Miguel Ortego en PRAMES en 2013.
Mercedes contextualizó este fenómeno desolador en el momento de desarrollo y pujanza de una gran nación, Estados Unidos, que a finales del siglo XIX y principios del XX poseía una gran capacidad compradora, con unas élites fascinadas por el “embrujo” y el “tipismo” español que necesitaban suplir su falta de referencias culturales occidentales. A ello se unía la existencia en nuestro país de unas parroquias pobres y abandonadas, con un valiosísimo patrimonio que apenas podían conservar y cuyos párrocos “se veían obligados a vender una Virgen o un retablo para reparar la puerta o el tejado de la iglesia” – explicó Penacho.
La periodista comenzó su apasionante relato “circular” mostrándonos la imagen de la ermita románica de San Martín de Riglos con el vacío de la ausencia de su retablo, cuyas piezas se hallan repartidas en museos y colecciones privadas de 9 propietarios en cinco países distintos de Europa y América.
A continuación fue desgranando ejemplos de joyas del Románico, el Gótico, el Mudéjar y el Renacimiento aragonés que pueden verse en museos como el de Detroit, en el de los Cloisters (Claustros) de Nueva York, o en las sedes de famosísimas colecciones privadas como las de J.P. Morgan, Paul Getty o William Randolph Hearst.
Precisamente en el dormitorio de invitados de una de las mansiones de este magnate de la prensa americana en California, Mercedes Penacho descubrió unas de las tablas laterales del retablo de la mencionada ermita de Riglos.
La periodista nos descubrió a los asistentes las triquiñuelas, los escritos en clave y los procedimientos en ocasiones falaces que los intermediarios del arte utilizaban para rastrear y conseguir las piezas para sus compradores europeos y americanos, en un trabajo de investigación que pocas veces se ha realizado en la historia reciente del periodismo aragonés.
La ponente reconoció “la práctica imposibilidad” de que estas obras vuelvan a sus lugares de origen y animó a los vecinos de los pueblos que tienen piezas de su patrimonio “exiliadas” en el extranjero que “como mínimo, traten de mantener el contacto con los actuales propietarios de las obras” y que den el máximo de información y difusión de las mismas a las gentes de su entorno “porque no se puede amar lo que no se conoce”.