Queridos amigos portugueses:
He oído últimamente ciertas voces “autorizadas” de uno y otro lado de nuestra península mostrándose partidarias de su futura unión con España en un hipotético “estado ibérico”.
Admirados habitantes del país vecino: ni se les ocurra por un solo momento hacer caso alguno de tan descabellada y funesta (para ustedes) propuesta.
Pese a la inevitable presencia de personajes execrables, como los futbolistas Luis Figo o especialmente para un zaragocista, José Couto, ustedes son un país culto, sensible y abierto, donde la mayoría habla con fluidez varios idiomas y a quienes no les molesta ver (oír) las películas de cine en su versión original, con subtítulos. Además, ustedes tuvieron el buen gusto de no colocar en la cúspide de sus policías democráticas a personajes destacados por sus asesinatos, torturas y maltratos a opositores en los tiempos de la PIDE. Igualito que aquí, vamos.
Si finalmente accedieran a escuchar los malévolos cantos de sirena y acabaran envueltos en una denominada federación ibérica o algo por el estilo, les ocurrirían cosas como las siguientes. Si alguna de sus magníficas cantantes fuese seleccionada para representar al nuevo país en eurovisión, sea Dulce Pontes o la ex cantante de Madredeus, acabarían cantando los fados o cualquiera que fuese el son, en castellano “porque es el idioma que nos representa a todos”. Pregúntenle, si no, a un tal Joan Manuel Serrat qué le pasó en 1968 y qué le volvería a pasar ahora mismito, en pleno siglo XXI si se le ocurriera volver a hacer una propuesta semejante.
Si en una supuesta LIF (Liga ibérica de fútbol) algún futbolista portugués que jugara fuera de casa, se le ocurriera contestar en su idioma materno a algún medio de comunicación de Oporto, Aveiro o Cascais, pongamos por caso, siempre habría un Sergio Ramos o un periodista deportivo de Huesca que saltaría a su yugular como un perro rabioso para exigirle, salido de sus casillas, que hablase en la lengua del imperio, porque estábamos en España, o Hispano-Lusia o como quiera que se llamase el país fusionado resultante.
Y, por supuesto, amigos portugueses, ya podrían todos ponerse a hacer cursillos rápidos de aprendizaje de Español para extranjeros, porque en el Congreso Nacional (o Federal, qué más da) y en el Senado (aquí, salvo días especiales como en Santa Lusitania Bendita o similar) sólo podrían hablar en castellano. Y porque a los funcionarios y personas de negocios que se trasladasen a su “región” les daría mucha risa la idea de tener que aprender portugués, estando, como estarían, “en su propio país”.
En fin, que la idea de la fusión de nuestros dos países, preconizada ya en vida por el ínclito premio Nobel y para mí infumable escritor, portugués (algú ho tenia que dir) José Saramago, no creo que sería ninguna bicoca para ustedes.
Y no se fíen de las bellas e idílicas propuestas de “máxima autonomía”, “especiales relaciones bilaterales”, etc., que les pudieran llegar a hacer los políticos españoles de ese momento.
Como en la fábula del burro y el escorpión, (o la serpiente, qué más da) al final se impone el carácter de cada cual y acabaríamos inoculándoles nuestro proverbial veneno uniformizador y jerarquizante.
Yo, de economía, no entiendo; pero, culturalmente, en una eventual fusión- absorción hispano-lusa, no les arriendo las ganancias.
Ahora, ustedes, hablan una lengua de prestigio y abanderan ua cultura en la que participan centeneares de millones de habitantes. Dentro de “España”, ustedes acabarían teniendo una lengua “de segunda”, apta sólo para andar por casa, y que sería de malísima educación usarla fuera de sus fronteras lingüísticas o cuando un compatriota suyo monolingüe apareciera por la puerta de su casa. Ustedes mismos.
Habida cuenta de que hoy día lo más “políticamente correcto” es hablar “incorrectamente” de economía (no sé que soluciones tienen tantos “sabios incorrectos progres o no progres” que hablan día sí y día también de ello, es de agradecer un artículo “aunténticamente incorrecto” que hable sobre otra cosa…: sobre lenguas, sobre política, sobre autores literarios “sagrados”, sobre craks de futbol, sobre impresiones basadas en la realidad de la que nadie suele hablar si no es también desde el “nacionalismo correcto”…. en fin, un artículo sin complejos y sin ánimo de “fans”.
Pues aquí uno.
Molt bé, noi.
Soc un catalá clandestí. Y com tú, tampoc soc de la FAI: Iberia ni en aviones…
Un amic sense fronteres.
Collons!
Ricard.